lunes, 10 de julio de 2000

Los siguientes escritos pertenecen a miembros del TMA y fueron extraídos del jornalzinho dos mandingas de angola Iê!

Bienvenidos al primer periódico de noticias y actividades del grupo de capoeira angola Terreiro dos Mandinga. En este espacio podremos intercambiar opiniones sobre las iniciativas que el grupo viene promoviendo.
Porque sólo con los entrenamientos semanales no alcanza, Capoeira se aprende practicándola, se adquiere por experiencia. Para eso nos juntamos los viernes a la noche, para tocar y cantar y para jugar: una forma de comunicarnos todos entre sí y también de expresarnos cada uno en el momento indicado. La roda es un evento colectivo, pero sus participantes pueden destacarse de manera individ­ual. Existen jerarquías: aún no todos somos capoeiras. Con suerte nos convertiremos poco a poco, guiados por el encanto y misterio de este arte ancestral. Como en cualquier otro orden, se aprende con el tiempo, pero duro para toda la vida. Aspectos dobles de la capoeira. En la roda las únicas palabras permitidas son las que se cantan. Y sin embargo fuera de la roda pensamos y debatimos tanto, que yo creo merecemos documentar nuestro trabajo. ¿No vivimos acaso en "la era de las comunicaciones"? Las cantigas contienen historias, mensajes, relatos que debemos descifrar. Generalmente -cuando hay esa conexión- se encuentran en sintonía con lo que sucede en la roda. Se trata no sólo del arte de recordar y componer por parte de quienes interpretan las músicas, sino también del de improvisar de acuerdo con la situación; a veces con la secretas intenciones de interferir en el desarrollo del jogo, va sea para aquietar los ánimos, o para advertir de un peligro a un colega. La energía, o axé da capoeira, como en otras manifestaciones culturales Afro fluye a través del ritmo, brota de la música. En ese momento uno se expresa con el cuerpo y con los gestos, vive un presente y simultáneamente se remonta a un pasado histórico y a la vez mítico.

Pablo, julio del 2000

Llego el verano y la música vuelve a las calles. Será tal vez por el calor que nos obliga a abrir las ventanas en procura de aire fresco. Parques y ferias adquieren otro color en verano, en parte por los sonidos y músicas que los habitan, Por ahí se escucha un corrido; el ritmo cadencioso se acelera como pulsaciones de un orazón emocionado. Las personas que pasan de pronto se agolpan, entre apurados y curiosos, con la atención perdida en el semicírculo. La capoeira los está llamando.
Cuenta Mestre Pedrinho que en las rodas no calzadáo, en la zona céntrica de Duque de Caxias la roda se iba desplazando: comenzaba en un lugar y al cabo de tanta agitación y muchedumbre, terminaba en otro, unos metros más allá. Aquellas rodas de un pasado no tan distante en Río de Janeiro son recordadas con nostalgia por Pedrinho y por Nado, uno de sus discípulos más antiguos. A nosotros, los más nuevos, nos inspiran.
Hoy la capoeira se encuentra en diferentes rinconcitos del globo. Adquiere expresiones no siempre adecuadas cada vez que se manifiesta. Fue perseguida y marginada en el pasado, pero nunca dejó de estar presente en los espacios públicos: en plazas y mercados populares. Será que la capoeira algo tiene para enseñar a la sociedad.
Pero cuidado, la capoeira angola no es un espectáculo, decimos los angoleros. Dentro de la roda lo que sucede requiere de gran concentración y disciplina para jugar dentro de los fundamentos y sin tocarse. No se puede desatender el juego, de lo contrario la corriente decae. Pues, cada roda genera su propio axé, su onda, por así decirlo, que depende de las circunstancias, el lugar y quienes participen de ella. Con todo, es muy diferente una roda en la escuela o academia, un recinto cerrado, que en un predio abierto. En este último caso, aprovechamos para desarrollar un "jogo bonito" que no desentone con nuestra filosofía. Hay interacciones con el publico: se trata de una muestra, no de una exhibición de destrezas. Nos juntamos para vadiar, pero también para mostrar el resultado de un trabajo.
Por último, la capoeira en Buenos Aires todavía no forma parte de las costumbres populares, sino que testimonia el encuentro entre culturas. Por ese motivo y a pesar de nuestros esfuerzos, afloran entre nosotros las palabras en portuñol. Los lectores más exigentes sabrán disculparnos.

Pablo Azcoaga - diciembre del 2000

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